"(...) Los efectos del paso del tiempo eran imprevisibles hasta que la biología molecular ha permitido a los neurocientíficos penetrar en algunos de sus secretos. Se sabía que el paso del tiempo mata el dolor. A los seis meses de un gran contratiempo personal, la mente lo ha digerido y la vida que parecía inconcebible tras la desgracia empieza a perfilarse de nuevo y renace la esperanza. (...) El mayor error que puede cometerse es desperdiciar la felicidad que rezuma todo el proceso de la búsqueda. La felicidad está en la sala de espera de la felicidad.
Lo que se ingnoraba es que la ausencia física durante mucho tiempo mata el amor. El amor romántico parece eterno o no es amor. "Te querré siempre", se dicen los enamorados. Pero las investigaciones moleculares del científico lord Edgar Douglas Adrian, realizadas hace más de treina años, apuntaban en dirección contraria. Ahora sabemos que tenía razón. ¿Por qué?(...)"
"El viaje al amor", Eduardo Punset
Que tu pena durará tanto como quieras tu llorarla. Siempre que nos sucede algo triste, procuramos regocijarnos en nuestro dolor, llorando día y noche, escuchando canciones melancólicas y pensando que somos los culpables de todo mal. Y no es así, las cosas suceden por un motivo, muchas veces incomprensible, pero bien sabemos que tras la tristeza llega la alegría, y que tras la noche siempre vuelve el día. No podemos quedarnos parados cada vez que la vida nos da un golpe, sino todo lo contrario, hemos de seguir caminando con más seguridad y siendo más fuerte, porque ésta es la única manera de que en el próximo golpe, nos duela mucho menos.
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